Cádiz y Vicente Ruiz, por Jesús Maeso

Jesús Maeso (Úbeda, 1949), escritor, conferenciante y articulista español, conocido principalmente por sus novelas históricas (como El Lazo Púrpura de Jerusalén [2008], La Cúpula del Mundo [2010] o En una tierra Libre [2011]), intervino el pasado 14 de marzo en la presentación de Las naves de las Cortes (1808-1812) con un discurso emotivo y que queremos compartir con todos vosotros. Os lo reproducimos a continuación.

Jesús Maeso de la Torre

Jesús Maeso de la Torre

Cuando abundan en nuestros días los trabajos históricos de laboratorio, los gestos literarios de fórmula y las investigaciones mecánicas que se mueven con frialdad, surgen libros de exploración del pasado como el de Vicente Ruiz, Las Naves de las Cortes.

Con este libro que hoy nos congrega aquí Las Naves de las Cortes (1808-1812). El último servicio de la Marina de la Ilustración, el lector entrará de puntillas en la crisis del Antiguo Régimen, en la más grande batalla naval que vieron los siglos, Trafalgar, navegará por la bahía de Cádiz, visitará el arsenal de la Carraca, asistirá a los prisioneros franceses y formará parte de la tripulación en el traslado de tropas a bordo de los buques de la Armada y participará en la fascinante aventura marítima de los diputados doceañistas en su trayecto hacia Cádiz.

Tuve el placer de prologar su primer libro, De Segura a Trafalgar (2009), donde Vicente Ruiz ya se nos mostraba como un creador polifacético, pues sus inquietudes iban más allá de lo que cabe esperar de un historiador con compromiso.

Con esa obra, nuestra querida Sierra de Segura jienense se convertía por arte de magia en una “provincia marítima”, pues en contra de lo comúnmente aceptado, los pinares de nuestra Segura natal no sirvieron para armar los galeones de la Armada Invencible, sino para alzar las arboladuras de la Combinada que se enfrentó a Nelson y Collinwood en cabo Trafalgar y sostener cimientos de casas en la Cádiz dieciochesca.

Vicente ha recibido así mismo el Premio Iberoamericano Cortes de Cádiz en su III edición por la obra El último tesoro de Nueva España que hoy refrenda con la puesta de largo del Premio Internacional de Investigación Histórica «Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias» con Las Naves de las Cortes (1808-1812). El último servicio de la Marina de la Ilustración.

Publicado esmeradamente por Sílex ediciones, viene a unir un acierto más a su colección de divulgación histórica, con un ejemplar hermoso, donde apenas si se percibe una delgada línea que lo separe de la literatura; aunque el autor asegure que solo pretende desplegar un escenario del pasado donde se ubiquen los figurantes del episodio histórico tratado.

Vicente vive como una tragedia propia el estado de la Marina Española a principios del siglo XIX, y su “reservada” acción en la guerra contra el francés y nos descubre que la Armada Española, heredera de la Marina de la Ilustración, aún tenía que escribir más de una página gloriosa en la Historia.

Vicente, con su afán indagador nos destapa dos momentos estelares de la Historia de España, como fueron Trafalgar y el período constitucional gaditano de 1812, compilando un material heterogéneo y escudriñando los oscuros rincones del entramado de la Armada Real en tiempos tan conflictivos como cruciales.

Y Vicente comprende que es el factor humano –aquel del que hablaba Graham Greene en sus obras– el que debe prevalecer en toda obra indagadora de la Historia y por eso imprime un carácter personal inconfundible.

Vicente prueba abiertamente su simpatía por la libertad de la imaginación dentro del rigor histórico y por la desenvoltura argumental, sin olvidar la conjugación de la historia con la llaneza del lenguaje.

Desde el primer renglón de esta ambiciosa obra, Vicente Ruiz conquista una tras otra las colinas de la veracidad en un género, el de la investigación histórica, tan difícil para el análisis objetivo.

Una de las más notables aptitudes de Vicente, es su imaginación, y los lectores de Las Naves de las Cortes podrán llegar a conclusiones muy diversas después de un meditado análisis de este sugestivo libro.

Es recomendable una lectura cuidadosa de cada uno de los capítulos, porque la clave para comprenderlos no se encuentra en uno solo de ellos, sino en su totalidad. Es como si se tratara de un cuidado rompecabezas, donde las piezas se van colocando sucesivamente hasta completar su sentido.

Sostenía G. Flaubert que en el proceso de escribir una obra de divulgación,  se deben conjurar dos peligros, que el pedestal sea desproporcionado para lo que quiere narrar, o que lo expuesto sobrepase al pedestal, ya que la pasión por la Historia, suele devorar despiadadamente cualquier texto literario.

Vicente no cae en ninguno de estos errores.

Como telón de fondo, cuelga con largueza la estructura de la información de un pasado tan querido para los gaditanos. Rescata del polvo del tiempo personajes, embarcaciones señeras, paisajes y figuras históricas con una exactitud estimable.

Tal vez sea porque la fuente de inspiración de la que bebe Vicente sea la de un mundo pretérito que conoce a la perfección. Y como contrapunto a la época que rememora, el siglo XIX, cuenta con un antídoto para el aburrimiento: el singular relato histórico que nos cuenta, dentro de una España liberal a que le llegan por el mar las ideas ilustradas y a la agonía de un imperio que sucumbe ante ellos.

La ciudad de Cádiz está muy presente en los mástiles y cascarones de las embarcaciones a vela de la España borbónica, en las nuevas arboladuras que soñaron para la Armada, Patiño y el marqués de la Ensenada, mentes esclarecidas de la Ilustración que traspasaron el tiempo con sus visiones de progreso.

Y frecuentaremos en este estudio de la mano de Vicente Ruiz una ciudad cosmopolita que verá nacer un nuevo orden para España: Cádiz.

Las Naves de las Cortes es una prolongación de la literatura comprometida de los historiadores de hoy, bien dotados de pensamiento y provistos de un buen lenguaje estético. Por eso la resultante de la obra de Vicente Ruiz es un muestrario de todas las pinceladas que componen el efecto de un ensayo enriquecedor.

Cumple, pues, el texto de Vicente Ruiz el papel de descubrir, pero también de informar.

Lean este libro aunque solo sea por el placer de aprender y entretenerse. Y ahora –para que nos ilustre con su saber– les dejo con la palabra elocuente de mi amigo y autor de este espléndido libro.

Jesús Maeso de la Torre

Cádiz, 14 de marzo de 2014

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